Oddun: Ojuani Meji
En una época de gran conflicto, los habitantes de un pueblo buscaban soluciones en medio de la desesperación. Muchos de ellos actuaban impulsivamente y dejaban que sus emociones nublaran su juicio, provocando divisiones y enemistades entre amigos y familiares.
Yewá, la Orisha de la pureza, el silencio y la discreción, observaba desde la distancia. Su energía es tan sutil y reservada que, a menudo, los humanos no la ven ni sienten su presencia. Sin embargo, en esta ocasión, decidió intervenir.
Un día, Yewá apareció en el pueblo, vestida de blanco, irradiando una calma y paz que hicieron que todos la notaran de inmediato. Sin pronunciar muchas palabras, Yewá comenzó a realizar pequeños gestos de ayuda y apoyo a quienes lo necesitaban, sin llamar la atención sobre sí misma. Su presencia calmaba a las personas, y con su ejemplo, ellas comenzaron a actuar con más respeto y consideración.
Pronto, los habitantes del pueblo entendieron el mensaje silencioso de Yewá: no es necesario el ruido ni la ostentación para tener un impacto. La pureza de nuestras acciones y la discreción de nuestro comportamiento pueden ser más poderosos que las palabras o los gestos grandiosos.
Con el tiempo, la paz volvió al pueblo, y cada vez que alguien se encontraba en medio de un conflicto, recordaban el ejemplo de Yewá y elegían actuar con calma, humildad y discreción.
Reflexión:
Este pataki, de acuerdo con el oddun Ojuani Meji, nos enseña que la pureza y la discreción son fuerzas poderosas para lograr la paz y la armonía. Yewá nos muestra que a través de la calma y la humildad, podemos influir en el mundo sin necesidad de alardes.