Oddun: Obara Meji
En una época de grandes conflictos y disputas, una comunidad vivía en constante enfrentamiento. Las personas estaban llenas de ira, cada uno defendiendo su punto de vista sin escuchar al otro. Los desacuerdos y resentimientos aumentaban cada día, y la paz parecía imposible de alcanzar.
Obatalá, el Orisha de la paz, la pureza y la sabiduría, observaba esta situación desde lo alto de una montaña. Conocido por su calma inquebrantable y su deseo de armonía, decidió intervenir y enseñarles a encontrar la paz.
Un día, Obatalá descendió a la aldea, vestido de blanco, emanando una serenidad tan profunda que, al verlo, los habitantes sintieron un instante de calma. Sin decir nada, Obatalá se sentó en el centro del pueblo y cerró los ojos, meditando en silencio. Intrigados, los aldeanos comenzaron a acercarse ya imitarlo, uno a uno, en busca de esa paz interior que irradiaba.
Con el tiempo, los habitantes empezaron a sentir cómo sus corazones se tranquilizaban y cómo la paz reemplazaba la ira. Entendieron que los conflictos externos eran reflejos de su propio caos interno. A través de la práctica de la meditación y la reflexión en silencio, aprendió a ver con claridad y escuchar a los demás con respeto.
Desde ese día, cada vez que un conflicto amenazaba con dividir a la comunidad, recordaban la enseñanza de Obatalá y regresaban al silencio para encontrar la paz en su interior antes de intentar resolverlo en el exterior.
Reflexión:
Este pataki, de acuerdo con el oddun Obara Meji, nos enseña que la paz verdadera comienza dentro de cada uno de nosotros. Obatalá nos muestra que, al calmar nuestras mentes y corazones, podemos resolver nuestros conflictos con sabiduría y respeto hacia los demás.