Ochosi, el Orisha de la caza y la justicia, era conocido por su habilidad para rastrear y atrapar sin ser visto, siempre actuando con precisión y sin desperdicio de energía. Un día, un hombre inocente fue acusado de robar en el mercado de su pueblo. Los aldeanos, enfurecidos, lo atraparon y lo llevaron ante los ancianos para que fuera juzgado. Aunque el hombre juró que no era culpable, nadie creía en su palabra.
Al escuchar lo que ocurría, Ochosi decidió intervenir. Sin revelar su presencia, se disfrazó de un cazador que pasaba por la aldea. Observó en silencio mientras los ancianos debatían qué hacer con el hombre acusado. En lugar de hablar, Ochosi comenzó a rastrear los alrededores del mercado, buscando señales de lo que realmente había ocurrido.
Pronto, encontró huellas que llevaban al bosque cercano. Siguiendo el rastro, descubrió que un grupo de animales había irrumpido en el mercado y se había llevado la comida. Regresó a la aldea con las pruebas: restos de alimentos y marcas de garras que demostraban la inocencia del hombre.
Cuando presentó estas evidencias, los ancianos se dieron cuenta de que habían estado a punto de cometer una injusticia. Agradecieron a Ochosi por su intervención y prometieron ser más cuidadosos en el futuro al juzgar a alguien.
Desde entonces, el pueblo veneró a Ochosi como el protector de la justicia y aprendió que, antes de actuar, es necesario buscar la verdad con paciencia y precisión.
Reflexión:
Este pataki, de acuerdo con el oddun Iroso Umbo, nos enseña que la justicia debe ser aplicada con sabiduría y evidencia. Ochosi nos muestra que la paciencia y la observación son esenciales para encontrar la verdad y evitar la injusticia.