Oddun: Irosun Meji
En una época en la que la tristeza se apoderó de un pueblo, las personas comenzaron a perder la fe en sí mismas y en su valor. La alegría parecía haberse desvanecido, y los habitantes vivían en un estado de desesperanza, incapaces de ver su propia belleza y potencial.
Ochún, la Orisha de los ríos, del amor y la fertilidad, observaba la tristeza en el pueblo desde su río sagrado. Conocida por su amor propio, su elegancia y su capacidad de ver la belleza en todas las cosas, decidió intervenir. Un día, Ochún caminó hasta el pueblo, su belleza y energía radiante iluminando todo a su paso. Al llegar, les habló con suavidad y compasión.
“Cada uno de ustedes tiene un valor inmenso, y esa luz vive en su interior,” les dijo. Para ayudarles a redescubrirla, Ochún les ofreció un espejo y les pidió que se miraran a sí mismos con amor y aprecio. Al principio, los aldeanos eran reticentes, pero al observar su reflejo, comenzaron a notar cualidades y virtudes en sí mismos que antes no habían visto.
Ochún les enseñó a valorarse, a cuidar de sí mismos y a entender que el verdadero amor comienza en el corazón de cada persona. Con el tiempo, la alegría volvió al pueblo, y los habitantes recordaron la importancia del amor propio y de ver la belleza en cada aspecto de sus vidas.
Desde entonces, cada vez que alguien dudaba de su propio valor, recordaban la enseñanza de Ochún y miraban en su interior, reconociendo la luz que siempre había estado ahí.
Reflexión:
Este pataki, de acuerdo con el oddun Irosun Meji, nos enseña que el amor propio y la autovaloración son esenciales para una vida plena. Ochún nos muestra que el amor verdadero comienza en nuestro interior, y que solo cuando reconocemos nuestra propia belleza podemos compartir esa luz con los demás.