Oddun: Ojuani Meji
Elegguá, el Orisha de los caminos y los destinos, es quien tiene las llaves que abren y cierran todas las puertas. Él decide los rumbos y es conocido por su naturaleza traviesa pero sabia. Un día, en una aldea, había un hombre llamado Kaleb que estaba angustiado, pues se encontraba en una encrucijada en su vida, con varias oportunidades frente a él, pero sin saber cuál era el camino correcto.
Kaleb, en su desesperación, decidió acudir a Elegguá, quien siempre estaba dispuesto a ofrecer ayuda a quienes le buscaban. Lo encontró en el bosque, donde se cruzaban varios senderos, sentado en una piedra, sonriendo con una expresión enigmática. Kaleb le pidió orientación, esperando que Elegguá le dijera qué camino elegir.
Elegguá, en lugar de darle una respuesta directa, le entregó tres pequeñas piedras y le dijo: “Coloca una piedra en cada camino y espera. El camino que tome la piedra, ese es el que deberás seguir.” Kaleb, confundido pero confiado en la sabiduría de Elegguá, hizo lo que le dijo. Con el tiempo, observó que una de las piedras parecía avanzar por un sendero mientras las otras permanecían quietas.
Kaleb tomó el sendero indicado, y a medida que avanzaba, comenzó a ver cómo se abrían nuevas oportunidades. Aprendió que Elegguá no le había dado la respuesta directamente, sino que le mostró la importancia de observar y tomar decisiones basadas en la paciencia y la confianza en su intuición.
Desde entonces, Kaleb entendió que en cada encrucijada de la vida debía recordar la lección de Elegguá: no apresurarse, sino observar los signos y dejar que el camino correcto se revele.
Reflexión:
Este pataki, de acuerdo con el oddun Ojuani Meji, nos enseña que las decisiones importantes deben tomarse con paciencia y observación. Elegguá nos muestra que los caminos de la vida requieren de atención y confianza en nuestra intuición para tomar la dirección correcta.