Oddun: Ika Sa
En un pueblo rodeado de montañas, los habitantes vivían atrapados en la rutina y el temor al cambio. Aunque las cosechas eran escasas y los recursos limitados, se resistían a probar nuevas formas de trabajar la tierra o explorar caminos diferentes, temiendo que cualquier cambio pudiera empeorar su situación.
Oyá, la Orisha de los vientos y las tormentas, observaba la situación con preocupación. Decidió intervenir para enseñarles que el cambio, aunque desafiante, es necesario para crecer y prosperar. Una tarde, Oyá descendió al pueblo en medio de un viento fuerte y comenzó a agitar las ramas de los árboles, derribando las hojas secas y esparciendo las semillas por el suelo.
Asustados, los aldeanos le preguntaron qué hacía. Oyá, con voz firme, respondió: “El viento puede parecer destructivo, pero en su movimiento lleva nueva vida y nuevas oportunidades. Si no permitís que las viejas maneras se vayan, nunca habrá espacio para lo nuevo.”
Inspirados por sus palabras, los aldeanos comenzaron a sembrar las semillas esparcidas por el viento en nuevas tierras. También aprendieron a usar la fuerza del viento para construir molinos que les ayudaran a moler sus granos. Con el tiempo, el pueblo prosperó, y los habitantes entendieron que el cambio, aunque pueda parecer aterrador, es esencial para la renovación.
Desde ese día, veneraron a Oyá como la portadora de la transformación, recordando siempre que el viento, aunque poderoso, trae consigo la oportunidad de comenzar de nuevo.
Reflexión:
Este pataki, de acuerdo con el oddun Ika Sa, nos enseña que el cambio es una fuerza necesaria para el crecimiento y la renovación. Oyá nos muestra que, al aceptar lo nuevo y dejar ir lo viejo, podemos encontrar oportunidades que antes parecían imposibles.